• 23/09/2018

Revolotean, no te dejan dormir, se posan sobre tu comida y son muy escurridizas. Cuando quieres golpearlas desaparecen de un plumazo y se posan sobre la pared. ¿Cómo consiguen caminar sobre una superficie lisa insectos como las moscas, los reptiles o anfibios?

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Todos estos elementos mencionados anteriormente guardan una similitud entre sí: al final de sus patas poseen un segmento denominado “tarso”. Esta parte posee estructuras semejantes a uñas o garras que favorecen la sujeción en diferentes superficies. No obstante, las garras tarsianas sirven para las paredes rugosas, ¿pero qué ocurre con aquellas lisas como los cristales?

En este último caso en concreto, los insectos recurren al pegamento. Sí, has leído bien. No tienes que pensar en Superglue, como es obvio, sino de un efecto adhesivo del vello situado en unas almohadas pegajosas localizadas en los tarsos. Tirando de nombre técnico, estas reciben el nombre de “arolios”.

Variación en todos

Las moscas no son iguales que las salamanquesas, al igual que un reptil no es idéntico a un insecto. Por ejemplo, los saltamontes cuentan con almohadillas en cada uno de los segmentos tarsales, mientras que otros cuentan con puntos adicionales de presión en sus patas.

Entrando en detalles más específicos, los arolios suelen tener numerosos pelos que secretan una sustancia oleaginosa que les permite adherirse por sus extremos a las superficies. Este elemento es lo que hace que los insectos tengan “tracción” y sujeción necesaria para andar desde un cristal hasta por una pared lisa (una puerta de metal recién pulida, por ejemplo). Eso sí, lo que nosotros creemos que son superficies absolutamente lisas suelen presentar irregularidades imperceptibles para nuestro ojo. Gracias a ello, las garras tarsianas hacen su efecto y se adhieren a las paredes.

La próxima vez que veas una mosca sobrevolando por la casa ya sabes qué decir: malditos tarsos.

Fuente: www.adslzone.net